lunes, 24 de enero de 2011

EL MODERNISMO EN VENEZUELA


Entre nosotros el modernismo llega con retraso. Se asoma detrás de los escombros del romanticismo, que había señoreado durante casi un siglo en nuestro escenario literario. Por esto, un crítico como Jesús Semprum ha dicho que el modernismo es influencia de influencias. Esto es, sin abandonar la influencia elemental, tanto de los clásicos como de los románticos, el nuevo movimiento se emparenta con la búsqueda de los simbolistas, por una parte y de los parnasianos, por otra.

Es posible, como han dicho algunos analistas del proceso literario hispanoamericano, que el modernismo haya sido el producto de la crisis generada por los excesos del romanticismo. Esta crisis, sin duda se debió a la angustia del cambio, surgida a finales del siglo en la mente de la juventud dispuesta a rebelarse contra la caducidad del antiguo estado de cosas. Frente a los viejos métodos de dominación y de atraso, la desilusión de las generaciones, creaba una situación de sueño y de evasión, que tenía como meta la reforma del medio propio. Los modernistas no ven la realidad como los románticos sino que la toman como materia de expresión simbólica para relacionarla, por la vía estética con los conflictos del artista.

En el Modernismo venezolano se posee dos tendencias: la primera hacia el esteticismo puro, esa búsqueda de la belleza a través del lenguaje preciosista. Se puede observar en los ensayos de Pedro Emilio Coll y en la narrativa de Manuel Díaz Rodríguez y Pedro César Dominici. La segunda hacia el nativismo, hacia lo propio, lo vernáculo, presente en los cuentos u novelas de Luis Manuel Urbaneja Achelpohl y en la poesía de Francisco Lazo Martí

En poesía se destacaron Rufino Blanco Bombona, Carlos Borges, Arvelo Larriva y José Tadeo Arreaza Calatrava.

LA NARRATIVA MODERNISTA (1896 - 1916)

La prosa narrativa modernista es considerada como prolongación y rectificación del Romanticismo: prolonga y desarrolla la libertad de éste; pero también se opone a la despreocupada entrega a la inspiración, al olvido del trabajo creador del artista, causas de la degeneración y crisis final del movimiento romántico. La novela modernista se caracteriza por reducir al máximo el elemento argumental, por ser expresión de los sentimientos e ideas de un protagonista en cuya conciencia, al manifestarse, se define su mundo, y por utilizar un lenguaje que, al privilegiar la función expresiva, se orienta hacia lo lírico. La novela existe como extensión de un personaje cuyo mundo brota y se materializa como “novela de personaje” porque queda definida por éste.

La narrativa modernista es la culminación del la expresión del individualismo de fin de siglo a un grado máximo, cruzado de uno a otro extremo por una ola creciente de ideas, proyectos y realizaciones que hace al individuo, centro y razón de ser de todas las cosas, así en la filosofía como en la vida. Y ese individualismo, teñido de despreocupación, es lo que se vierte en la prosa narrativa, una prosa que a veces no cuenta nada, que se explaya en descripciones de lujos y bellezas y no trasciende, pues se diluye en un antipositivismo escéptico en aras de la valoración del conocimiento como muestra de museo, o bien, en un pesimismo o desidia de vivir o bien en un cosmopolitismo, como fuga de la realidad, fuga que se puede interpretar como oposición al modelo de vida impuesto. Ese deseo de evasión en la novela modernista se manifiesta a su vez por medio de temas que anteriormente no habían aparecido en la novela hispanoamericana, tales como el ocultismo o el esoterismo. Son novelas que describen paisajes urbanos, con una sublimación de la realidad histórica; dos son las vertientes experimentales del personaje de las novelas modernistas: la primera es la experimentación en su relación con la sociedad a través del erotismo, las drogas y la cultura y la segunda es más bien una relación consigo mismo, una introspección que es la del propio autor. El desarrollo de la narrativa modernista fue tan prodigiosa que estuvo determinada por una verdadera poética con reglas prefijadas que hizo de la escritura del cuento y la novela hispanoamericanas un verdadero arte que ha persistido hasta la actualidad.

La prosa modernista presenta dos variantes:

1. La prosa modernista estetizante o artística

2. La prosa modernista criollista (de carácter realista o naturalista)


La prosa modernista artística o estetizante

La narrativa estetizante surge cuando la prosa modernista se vio en aprietos al tratar de novelar los recursos de la poesía por el conflicto entre la frase bonita y el cuidado del desenvolvimiento de la acción. Un resultado de esto es el poema en prosa o prosa poética (que no halló su perfección sino hasta bien entrado el siglo XX); hubo quienes celebraron este nuevo género pero muchas veces nos encontramos con mutilaciones que quedaron en palabrería. Sin embargo, quienes encontraron una visión profunda, contribuyeron a la dignificación de la prosa castellana. Algunos estuvieron en ambos casos. Entre los estetizantes hay que decir que encontramos una gran mayoría de poetas dados a la narrativa y también encontramos autores de cuentos y novelas, pero, así como los románticos preferían a la novela, los modernistas preferían al cuento.

Esta variedad del Modernismo se interesa más que todo por explotar lo estético y lo artístico de la palabra, inspirándose sus autores en modelos europeos y siguiendo, al pie de la letra, las doctrinas y los conceptos esteticistas europeos de la larga tradición grecolatina. El discurso narrativizado y la focalización cero son los más apropiados para la finalidad descriptiva del Modernismo al trasponer, en el discurso, objetos de otras artes y crear así un lenguaje puramente estético, rítmico y musical. De las funciones del narrador sobresale la función expresiva que pone de manifiesto una total filiación hacia el esteticismo y la quintaesencia, con el fin de dotar, a la realidad descrita y a los personajes, de predicados remitentes a la belleza por la belleza misma tomados de las otras artes. La función ideológica es inherente a la expresiva, pues el autor, al decidirse por lo puramente estético, renuncia a lo que no lo es, y, por lo tanto, toma una actitud de rechazo ante lo feo y no artístico. La fábula es de carácter lineal, por lo tanto, los personajes no sufren ningún tipo de transformaciones, pues lo que interesa es la descripción de exquisitos ornamentos, formas y cosas, donde ellos también forman parte de esos objetos. En la narrativa modernista estetizante, la historia es un simple pretexto para poner en evidencia un derroche de fantasías artísticas y de sugestiones sensoriales.

Tras los primeros ensayos prosísticos modernistas, con la publicación de cuentos artísticos y preciosistas a la manera de los relatos de moda en Francia, muy pronto, también se manifestó la tentativa de llevar a la novela las novedades estetizantes de Modernismo, siguiendo, como modelos, las novelas de ciertos autores europeos como Wilde, Lorraine, Huysmann y D’Annunzio. En las novelas modernistas, la materia novelable está totalmente subordinada a los requerimientos de la prosa artística, y sobresale el tema europeo y no lo propiamente americano. Las novelas modernistas son, más bien, lentos poemas en prosa, cuajados de preocupaciones intelectualistas y de toda una elaborada retórica de lo exquisito y lo raro, es decir, un lujo de formas, de colores y sonidos, cuyos personajes, frecuentemente, reflejan el desdeñoso sentimiento de superioridad intelectual de sus autores: abúlicos, mal hallados con la realidad y llenos de sueños de belleza, enamorados de una armonía inalcanzable.

La prosa modernista criollista

De la fusión del realismo tradicional, ya renovado con la influencia del naturalismo y con el legado culto y esteticista de la corriente artística del modernismo, surge una fecunda y madura forma de narrar en Hispanoamérica que, en su origen, se puede designar con el nombre de narrativa modernista criollista.

La narrativa criollista encuentra sus recursos en el realismo y el naturalismo y se acercó a veces a la literatura poética del Modernismo, pero tomó su propio cauce hacia una descripción objetiva de la realidad. Volteó los ojos a las costumbres y paisajes de la región en donde el sujeto-contemplador se acerca al objeto-contemplado. La narrativa modernista criollista se interesa por mostrar la vida criolla, sus contrastes, sus conflictos, temas límites como: la lucha del hombre con la naturaleza, la lucha del hombre con los demás hombre y la lucha del hombre consigo mismo, todo ello, ya no como un mero inventario de hechos o como un álbum de cuadros de costumbres, sino como la materia de una obra cuya unidad final proviene de una concepción estética, la Modernista. En algunas narraciones predomina un realismo matizado con gustos por lo artístico y en otras la inclinación hacia un realismo agresivo y descarnado (naturalismo), pero en todas, en mayor o en menor grado, siempre la mezcla de las dos corrientes.

NARRATIVA MODERNISTA EN VENEZUELA

Características:

1. Presencia del exotismo, una visión amplia sobre el mundo. Ambiente refinado.

2. Personajes enfocados desde su mundo psicológico. Son de conducta enfermiza y sin ánimo de vivir.

3. El lenguaje del autor es literario y estilizado. El de los personajes es culto y refinado.

4. Presenta una actitud pesimista y negativa ante la realidad venezolana.

Revistas que sirvieron de voceros al Modernismo venezolano

El Cojo Ilustrado: Fundada por José María Herrera Iragoyen en 1892.

Su finalidad fue enlazar las letras y el arte europeo con el americano. En sus páginas publicaron escritores de la categoría de Juan Ramón Jiménez, Miguel de Unamuno, Rubén Darío, José Asunción Silva, José Martí, José Enrique Rodó y los venezolanos Manuel Díaz Rodríguez, Pedro Emilio Coll, Pedro José Dominici, L. M. Urbaneja Achelpohl y César Zumeta. Fue una revista de calidad, tanto de contenido como de forma; sus impresiones eran de gran calidad con excelentes ilustraciones. Dura hasta 1915.

Cosmópolis: Fundada por Pedro Emilio Coll, Pedro César Dominici y Luis Manuel Urbaneja Achelpohl en mayo de 1894. Fue una publicación quincenal caraqueña que duró cuatro años. A través de ella se divulga la producción artística y científica de escritores extranjeros y venezolanos.

LISTA DE REFERENCIAS

Carrera, L. (2011, sept.12) NARRATIVA MODERNISTA: IDOLOS ROTOS DE MANUEL DÍAZ RODRÍGUEZ. En: Bosquejos (Blog). Disponible: http://liduvinacarrera.blogspot.com/search/label/Manuel Díaz Rodríguez. Consulta: (26/02/2012)

Díaz Seijas Pedro. El Modernismo en Venezuela

Disponible:http://www.literaturadevenezuela.com/html/lv_elmodernismo.html Consulta: 20 de enero de 2011.

Valenzuela, Iván Daniel(2003) Reseña del libro “La época del Modernismo en Venezuela” de Maurice Belrose” Disponible http://www.humanas .unal.edu.com/img/nueva literatura. Consulta: 24 de enero de 2011.



SEMBLANZA DE MANUEL DÍAZ RODRÍGUEZ

Manuel Díaz Rodríguez nació en Chacao el 28 de febrero de 1871. Fueron sus padres Juan Díaz Chávez y Dolores Rodríguez, inmigrantes canarios llegados a Caracas en 1842. Escritor, médico, periodista y político. Es considerado por muchos estudiosos como uno de los mayores representantes de la prosa modernista hispanoamericana. En 1891 se gradúa como médico en la Universidad Central de Venezuela.

En cuanto a su iniciación literaria, la misma data de la última década del siglo XIX cuando viaja por distintos países de Europa (1892-1896). Vive en París y en Viena, y realiza visitas ocasionales a Italia. Su primer libro, Sensaciones de Viaje, fue publicado en París en 1896. Su triunfo como escritor va a ser inmediato ya que obtiene el premio de la Academia Venezolana de la Lengua. En este libro incluye un artículo publicado anteriormente en El Cojo Ilustrado, "Alrededor de Nápoles", en el cual se manifiesta su distanciamiento modernista.

Cuando Díaz Rodríguez regresa a Venezuela se incorpora al grupo de intelectuales que se han agrupado en torno a las revistas El Cojo Ilustrado y Cosmópolis. Va a ser uno de los integrantes de la llamada Generación de 1898, en Venezuela, al lado de Pedro Emilio Coll, Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, Pedro César Dominici y César Zumeta

Los primeros años de su vida como escritor son bastante fecundos, pues en 1897 publica Confidencias de Psiquis, con prólogo de Pedro Emilio Coll, y en 1898 publica "De mis Romerías", último libro del ciclo de viajes. "Los cuentos de color", que fueron publicados en El Cojo Ilustrado, son finalmente reunidos en un volumen que aparece en 1899, son nueve narraciones que tienen el nombre de un color determinado el cual asociado con un estado del alma constituye la atmósfera de cada cuento. Ese mismo año contrae matrimonio con Graciela Calcaño, hija del escritor Eduardo Calcaño, y regresa a París. En este período, el escritor se apartará de los temas foráneos para plasmar en su primera novela, Ídolos rotos (1901), precisamente el conflicto de quien vuelve de tierras lejanas y confunde a Caracas con una Florencia venida a menos. Allí se plantea un cuestionamiento del estado social, político y cultural que se vivió en Venezuela en la época de Cipriano Castro a quien se opone abiertamente. En 1902 publicó Sangre patricia, otro retrato del desarraigo donde el ausente muere en el viaje de regreso, sin alcanzar las costas modernas. Tras publicar esta segunda novela y a raíz de la muerte de su padre, Díaz se hace cargo de la hacienda heredada, situada en los alrededores de Chacao, para evitar la bancarrota. Va a comenzar para él un largo retiro de casi siete años en medio de un silencio literario absoluto pero donde observa la vida de los labriegos, acumulando vivencias para una novela que escribirá años más tarde, Peregrina o El Pozo Encantado. Finalmente pone fin a su retiro rural con la publicación de Camino de perfección,(1910) libro donde expone la realización de su ideal literario: el ajuste perfecto entre la idea y la palabra, Sermones Líricos (1918) y en 1926, Peregrina o El Pozo Encantado. Ese mismo año pasa a ser miembro de la Academia Nacional de la Historia

En 1908, llega al poder Juan Vicente Gómez y Díaz Rodríguez se convierte en su colaborador; así da comienzo a su trayectoria política. Durante diecisiete años ocupa diferentes altos cargos en la administración de Gómez, como vicerrector de la Universidad Central de Venezuela. En 1909 entra a dirigir el diario “El Progresista”; Director de Educación Superior y de Bellas Artes en el Ministerio de Instrucción Pública (1913), Ministro de Relaciones Exteriores (1914), Senador por el Estado Bolívar (1915), Ministro de Fomento (1916), es nombrado ministro plenipotenciario de Venezuela en Italia (1919-1923). Presidente del estado Nueva Esparta (1925) y Presidente del Estado Sucre (1926). Víctima de una grave enfermedad en la garganta, Manuel Díaz Rodríguez se traslada a Nueva York en mayo de 1927, en donde muere el 24 de agosto

Sus libros de viajes, el conflicto del desarrollo plasmado en sus novelas, su marcado "preciosismo" o "estilismo", el hondo psicologismo de su narrativa, introducen a la literatura venezolana de su época un aire de vigencia y universalidad en momentos en que aquélla se encontraba todavía circunscrita al costumbrismo y la visión aldeana. Díaz Rodríguez es considerado por muchos como uno de los más altos representantes de la prosa modernista en nuestro país e Hispanoamérica.

LISTA DE REFERENCIAS

Manuel Díaz Rodríguez

Disponible: http://es.wikipedia.org/wiki/Manuel_D%C3%ADaz_Rodr%C3%ADguez Consulta 20 de enero de 2011

Manuel Díaz Rodríguez

Disponible: http://www.venezuelatuya.com/biografias/manuel_diaz_rodriguez.htm Consulta 20 de enero de 2011



ÍDOLOS ROTOS

Estructura

Desde el punto de vista formal la novela está estructurada en cuatro partes y quince capítulos.

La primera parte comienza con la llegada después de cinco años de ausencia de Alberto Soria quien regresa de París, llamado urgentemente motivado a la repentina gravedad de su padre, Don Pancho Soria. Alberto Soria desde el comienzo de la novela se perfila como un personaje hipersensible, con una conducta enfermiza y cambiante, desarraigado del país y poco conocedor de los problemas del mismo. Había ido a Europa a estudiar ingeniería, pero una vez en París abandona los estudios y se hace escultor. En su primer contacto con Caracas manifiesta su choque con el medio, se siente inadaptado e inconforme, le molesta el sucio de las calles y el pésimo gusto arquitectónico que priva en la ciudad. Por boca de Rosa y Pedro, sus hermanos, se va dando cuenta de la mediocridad reinante y de la infelicidad en que se desenvuelve el hogar paterno.

En la segunda parte de la novela comienza a cumplirse en el personaje Alberto Soria el proceso de desadaptación total con el ambiente venezolano. Primero en la familia, ya que su padre le confiesa su infelicidad por no haber logrado sus aspiraciones en sus hijos. Después se entera del drama de su hermana Rosa, casada con Uribe, quien es de baja condición humana, amigo del juego y los engaños; y se da cuenta de la pobre personalidad de su hermano Pedro, quien se mueve de acuerdo a los vaivenes de la política. El clímax de la crisis llega cuando Alberto descubre que en Venezuela se duda de su condición de artista, por lo que decide transformarse en un verdadero creador, pero vacila y se ve asaltado por temores y dudas. Poco a poco se va aislando de la gente hasta que se reúne únicamente con intelectuales inconformes que piensan como él, con quienes forma un círculo de reacción contra el ambiente de la época.

En la tercera parte el personaje presenta un aparente cambio de conducta, debido al amor por María Almeida. Todo hace pensar en un cambio de actitud ya que Alberto intensifica su actividad como escultor y concluye una Venus Criolla que no lo satisface completamente. Aún así, monta una exposición en un café cercano a la Plaza Bolívar de Caracas, sin lograr éxito alguno. De pronto Alberto Soria sufre un cambio inexplicable en relación al amor que siente por María Almeida y pasa por extraños estados de ánimo, debido a celos infundados, productos de su imaginación. La tercera parte de la novela se cierra con la muerte del padre de Alberto.

La cuarta parte de la novela presenta la narración del comienzo y evolución de los amores entre Alberto Soria y Teresa Farías, mujer adúltera de extraña personalidad. Alberto comienza a hacer una escultura de su amante, pero pronto es descubierto por su novia y su hermana. De pronto estalla una nueva guerra civil que sume al país en la anarquía. Al triunfar la revolución el país cae en manos del populacho y la soldadesca; Alberto se dirige a la Escuela de Bellas Artes, convertida en cuartel, y contempla sus obras mutiladas y profanadas por los soldados. En entonces cuando renuncia a todo y decide emigrar para poner a salvo su ideal de belleza.

Ídolos rotos es una novela del escritor venezolano Manuel Díaz Rodríguez, publicada en 1901. Está considerada como una de las novelas más pesimistas que se hayan escrito en Venezuela, ya que la vida caraqueña es presentada en sus aspectos social, político y cultural con una actitud derrotista, en donde se renuncia a toda posibilidad de salvación. El tema central de la novela es el fracaso del personaje Alberto Soria en su afán de imponer en Venezuela sus ideales de artista, en medio de una imagen de la decadencia total del país.

La novela se caracteriza por tener un estilo delicado y elegante; el lenguaje es preciosista, cargado de abundantes símiles y metáforas. Hace incursiones psicológicas a través de la caracterización de los personajes, particularmente de Alberto Soria. Se introduce el tema de la guerra y se hace una fuerte crítica social y política. En la novela se señalan los diferentes problemas de la sociedad a través de contenidos actanciales de personajes bien definidos como son: Alberto Soria, el artista incomprendido; Teresa Faría, la mujer adúltera; el general Galindo, el político oportunista; Emazábel, el luchador social. Pedro Soria, escalador oportunista y Uribe quien vive de la familia Soria.

Lista de Referencias

Ídolos Rotos Disponible: wikipediaI.org/wiki/Ídolos_rotos. Consulta: 23 de enero de 2011.

Manuel Díaz Rodriguez (1964) Caracas: Colección Clásicos Venezolanos de la Academia Venezolana de la lengua Tomo I

Orihuela, Augusto.(s/f) Manuel Díaz Rodríguez, máximo exponente del modernismo venezolano..

Varios autores (1973). Manuel Díaz Rodríguez entre contemporáneos. Caracas: Monte Ávila Editores.