domingo, 7 de octubre de 2012

VENEZUELA GÜELE A ORO


VENEZUELA GÜELE A ORO


Venezuela Güele a oro, un sainete de Andrés Eloy Blanco  y Miguel Otero Silva (Mickey) estrenada en el Nuevo Circo de Caracas el 25 de abril de 1942 en las festividades del aniversario del “Morrocoy Azul”.

En Venezuela, la puesta en escena de los saineteros se convierte en una crónica de la época; la sociedad venezolana se ve reflejada a través de la gente de teatro, quienes hacen una crítica solapada de la realidad nacional. Si en las primeras décadas del siglo XX, el sainete se caracterizó por pintar costumbres y satirizar vicios y errores, en las décadas de los años 30 y 40, éste se torna crítico, tocando temas relacionados con el petróleo y el poder, donde se resalta la caricatura política, especialmente hacia ministros y congresistas; como ejemplos se podrían nombrar las obras Yo también soy candidato (1939) de Rafael Guinand y Venezuela güele a oro (1942) de Andrés Eloy Blanco y Miguel Otero Silva.

Venezuela güele a oro es una parodia sainetera cargada de humor, donde los acontecimientos se van presentando a través de Sketchs; por ella desfilan una serie de personajes ironizados e hiperbolizados, tanto por los nombres como por las situaciones. La obra es presentada en diez escenas y cada una de ellas va mostrando las situaciones más disparatadas de un grupo de turistas americanos, que llega a Venezuela en busca de petróleo y quienes son acompañados por unos venezolanos muy originales. El propósito inicial se diluye en medio de todos los aconteceres y hechos absurdos que rodean a este grupo de personajes.

Los autores de este sainete crean las situaciones y los personajes al estilo de Pirandello. Todo está lleno de grotescas incoherencias: las acciones concretas se muestran disparatadas, sin sentido alguno: en la escena IV, por ejemplo, cae al escenario un muerto a quien Sherlock Morrow le registra los bolsillos y le saca una zaranda, una bomba de bicicleta, un despertador y dos ceniceros.

La ironía, la parodia y el humor concurren en el sainete como efectos de sentido

Si partimos de la definición de Jankelevich (1982) acerca de la ironía, ésta resulta absolutamente apropiada a lo que es el sainete: la ironía es el espejo de autoconciencia, por ello Venezuela güele a oro muestra el mundo al revés, no hay un discurso coherente y los episodios se rellenan con ironía y ésta aparece como un efecto de sentido. Además, la ironía es intencional y por ello los personajes son caricaturescos, porque así se enfatiza, durante la lectura y la representación, texto y sentido.

Joan Crawford (quien se había ido, vuelve a entrar).- ¡Oh, acabo de presenciar una escena conmovedora!

Morrockfeler.- ¿a ver?

Joan.- ¡He visto un tranvía! Venía despacito, despacito…

Se oían los ladridos de los perros, los suspiros del motorista, los bostezos del colector! Y era una sola sombra larga, y era una sola sombra larga. El tranvía extendía sus manos como un ciego: ¡por dónde voy señores, por dónde voy!. Las gentes le decían: levántate y anda; y él se levantó, pero no anduvo. Todos le dieron una locha, bajaron y anduvieron, anduvieron, despacito, despacito; y él venía atrás diciéndoles: ¡Espéradme!. Despacio se va lejos. Quise subirme a él, pero tuve miedo de amar con locura, de abrir mis heridas que suelen sangrar y no obstante toda mi sed de ternura, cerrando los ojos, lo dejé pasar… Y todavía no ha pasado…! (solloza) (salen todos cabizbajos) (15)
Si bien el sainete exagera los conflictos cotidianos, siempre con un tono gracioso, que definitivamente impacta en el espectador, mientras potencia la distancia, no puede omitirse el empleo de la parodia y de la ironía como efectos de sentido que engrasan los mecanismos de la pieza teatral.

Resulta imprescindible aludir a los aspectos humorístico, paródico e irónico en la construcción de los personajes saineteros, la verdadera mina, una serie de tipologías que se mueven en un espacio ficcional espejeando una situación muy específica (basta leer la obra para encontrarse con entes de papel hiperbolizados dentro de un estereotipo).

Se combinan personajes nacionales y extranjeros que en tono de farsa desfilan por el escenario para mostrar las realidades del país y hasta personalidades significativas de la época. Por una parte están Mujiquita, que es presentado como “hijo natural de Rómulo Gallegos y Libertad Lamarque”; Morrocobrero, personaje muy humilde, encargado de acompañar a los turistas en su recorrido por Caracas; Sherlock Morrow, quien hace las veces de investigador, nativo de El Baúl, pueblo del estado Cojedes, y quien se confunde con Antonio Saavedra, nombre del actor que representa al personaje en el montaje de la obra (otra característica muy Pirandelliana); Delgado Chalbaud, representante del Partido Laborista; un senador, quien está durmiendo y todos dicen que está trabajando; Fernando Paz Castillo, Gonzalo Barrios, poetas del Grupo Viernes, etc. Por el lado de los turistas, Morrockofeller, a quien todo le huele a oro, o mejor dicho a petróleo, Miss Kakatúa, una señorita vieja, a quien todos los venezolanos que conoce le parecen maravillosos; Joan Crawford joven americana que se escapa con el venezolano Anésimo Onato, también natural de El Baúl, y el presentador, el chino Chang, a quien al final de la obra confunden con el chino Canónico, un picher venezolano quien jugó con el equipo de baseball que fue a Cuba en 1942.

Lo que espejea el sainete es un imaginario específico que afecta y filtra una percepción de la vida que tiene gran impacto en la elaboración de un relato de la cotidianidad. Las escenas que se presentan en Venezuela güele a oro no son trascendentales en cuanto a que son sucesos del acontecer cotidiano. El sainete lo que hace es “fictivizar” los acontecimientos.

Saavedra.- Ahora vamos a dar al público una buena noticia. El Morrocoy Azul va a proceder a otorgar, entre los que han tenido la amabilidad de venir a celebrar su cumpleaños, algunos premios mediante concurso. ¡Estén atentos!

Premio Lucido Quelonio: A la persona que tenga cuello de celuloide, se le darán cien bolívares. Puede pasar por aquí la persona, pero con el cuello puesto.” (33) 
Se sabe que la representación está constituida por una serie de códigos verbales y no verbales que logran el mensaje teatral. Los códigos teatrales permiten la explicación de las situaciones, aún sin que se comprendan los códigos verbales. (A Ubersfeld, 1989:23) La parodia tiene matices y grados entre los que caben lo satírico, lo polémico y lo burlesco.
Morrocobrero.- Un momentico.¡ La poesía antes que todo! Voy a recitarles La Renuncia. Dedicada a la Primavera, por el poeta Adolfo Hitler. Está acabadita de llegar. Me la dio uno de mis hermanos. Gathmann Hermanos:

He renunciado a ti. No era posible;
fueron vapores de cervecería,
son ficciones que a veces le dan al sumergible
cierta esperanza de refinería.

(…)

He renunciado a ti, nazistamente,
como tuvo que hacerlo Juan Vicente,
he renunciado a ti, como Caracas,
que ha renunciado al agua y a las cloacas
como el que ve partir las caraotas
con rumbos hacia imposibles y ansiados continentes,
como el pollo que siente sus entretelas rotas
cuando ve a Guillermo Asturias que le enseña los dientes… (30-31)
Pero habría que revisar el diálogo que se establece entre los personajes y que permite visualizar los llamados “imaginarios encontrados”. El lenguaje de los personajes saineteros reproduce un dialogismo. Cada lenguaje tiene una cultura y allí se desata un diálogo donde hay un cruce de imaginarios encontrados. En este sainete, la parodia surge como un correctivo cómico y crítico porque desmonta la noción directa, el enmascaramiento se desvela y se produce la ruptura en el escenario, entre la esencia y la existencia. En medio de las más disparatadas escenas se muestra la dicotomía en torno a un delicado problema social:

ESCENA VIII

Chang coloca un par de sillas en el centro de la escena, les pone encima una tabla, hace correr por encima un automovilito de cuerda y dice:

Chang.- Este es el Puente de Hierro. Este es Juan de la Calle (señalando a éste que entra).

Juan de la Calle.- Aquí vivo yo, para servirles.

(…)
Miss Kakatúa.- Pero esto no es una casa. Aquí no puede vivir un ser humano.

Morrocobrero.- No podrá vivir un ser humano, pero en ese hueco vivimos Icotea y yo, Juan de la Calle, la señora Narcisa y sus tres muchachitos, la familia Verdolaga y cuatro inquilinos. Y en la puerta hay un aviso que dice: “Se alquilan dos habitaciones. No se aceptan perros”.

Morrockofeller (olfateando).- ¡Aquí huele. Aquí huele!

Morrocobrero.- Aquó jiede es como dice, Mister. Pero de eso no tenemos la culpa nosotros sino el Guaire. Pero no se preocupe, que ese violín se convierte en contrabajo cuando pasa por Los Rosales. (45)
En algunos casos, la ironía es tal que los personajes ficticios se llegan a confundir con los personajes de la vida real, al estilo de Pirandello; no poseen una personalidad definida.

“Chang.- Éste no es Sherlock Morrok. Este es Saavedra…” (33)

“Saavedra.- Un momento, ahora no soy el Morrow. Ahora soy el Don Antonio Saavedra, mayor de edad y de este domicilio…” (34);

Chang.- Yo soy Chang

Sherlock.- ¡Mentira! Usted no es Chang. (Al público) Señores, ¿ustedes saben quién es este hombre que amenazaba a Mujiquita con un “desbol”? ¿No adivinan quién quería ponerse en las curvas de Joan Crawford? ¿El chino Chang? ¡Pues no! El chino Canónico. (Chang le da vuelta al brazo pero Villegas lo detiene). (67)
De igual manera, en el espacio ficticio del sainete hay toda una elaboración en la que la parodia, la ironía y el humor bañan los mecanismos de la pieza teatral, se van invirtiendo situaciones cuyo destino recae en el escenario de la risa.

ESCENA II

(Chang pone en el centro un porrón con una mata)
Morrocobrero.- Bueno, ya están ustedes en Caracas. Esta es la Universidad. Ese es el Congreso… (11)

ESCENA III
Chang (haciendo la señal del silencio) Este es el Silencio… (17)

ESCENA IV
(La escena está en penumbra. Chang se adelanta sigilosamente).
Chang.- Esta es la esquina del Muerto.
Mujiquita.- (entrando con Morrocobrero y Joan).- Pero yo no veo ningún difunto.
Morrocobrero (con voz temblorosa).- Los muertos no se ven, hermano. Se huelen, se presienten, se escuchan en la sombra… (20)

ESCENA VII
(Chang saca una mesa, la coloca en el centro de la escena y le monta encima un caucho de automóvil, una camarita, un florero con calcetines colgado, un par de alpargatas con un lazo azul y un vaso de noche con crisantemos)
Chang.- Este es el local del Grupo Viernes (41)
Al final de la obra, esa interrogante que tanto preocupa a Morrockofeller del olor de Venezuela queda evidenciada, dicen los personajes:

Joan.- No, Venezuela no huele a oro. Venezuela huele a trabajo, a pueblo sano y a tierra hermosa. Venezuela huele a Patria (68)

(…)
Sherlock.- Mientras la corte revela
Su opinión sobre este asunto,
Al público le pregunto:
¿A qué huele Venezuela?
Morrocobrero.- Y en Lagunillas y en Coro
donde ya el petróleo apesta

Morrockofeller me contesta:
Venezuela huele a oro.

(…)

Morrocobrero.- Pero yo que estoy aquí,
Pueblo, viviendo contigo
Tengo fe, Pueblo, y te digo
¡Venezuela huele a ti! (71-72)
Como se ha señalado a lo largo de esta breve investigación, el sainete es una comedia cómica, de carácter popular que pinta costumbres y satiriza vicios y errores. El texto Venezuela güele a oro tiene un carácter específico marcado por un estilo. En el plano de la construcción dramática, se expone una falsa trama que encubre otra invisible.

A través de la ironía, los autores de este sainete proponen la trama al espectador o al lector por medio de la hiperexageración de los tipos o situaciones y tras cada palabra o escena, se encierra una realidad social que por medio de la parodia y la hiperelaboración de las situaciones y los tipos, además de los rasgos humorísticos e irónicos, subvierten la trama y la conducen por la vía de la comicidad. Esto remite a un punto clave: más allá de que la literatura sea, en el fondo, una función metafórica que espejea realidades, se debe tomar en consideración que la propia voz colectiva se hace portadora de una decadencia que encierra la maledicencia de la época, mientras refleja una cierta incomodidad socio-cultural.


LISTA DE REFERENCIAS

Barrios A. y otros (1997) Dramaturgia venezolana del siglo XX. Caracas: Centro Venezolano del ITI-UNESCO.

Blanco A.E. y M. Otero Silva (1942) Venezuela güele a oro. Caracas: Cooperativa de Artes Gráficas.

Booth, Wayne C. (1989) Retórica de la Ironía Madrid: Taurus.

Diaz Seijas P. (1966) La Antigua y Moderna Literatura Venezolana. Caracas: Ediciones Armitano.

Frye, N. (1991) Anatomía de la crítica. Caracas: Monte Ávila Editores.

Jankeleviche, W. (1982) La Ironía Madrid: Taurus.

Reisz de Rivarola, S. (1979) “Ficcionalidad” referencia, tipos de ficción literaria. En: Lexis vol III Nº 2 diciembre

Ubersfeld, A. (1989) Semiótica Teatral Madrid: Ediciones Cátedra S.A.

Vázquez T. M. (2000) El Sainete y sus estrategias ficcionales. Trabajo de ascenso presentado en la Universidad Católica Andrés Bello, para la categoría de Asociado. Cara