miércoles, 18 de abril de 2012

Vicente Huidobro (1893-1948)


Nació el 10 de enero de 1893 en Santiago de Chile, en el seno de una familia de la elite oligárquica, vinculada a la gran propiedad agrícola, a la banca, a la política y con inclinaciones culturales. Hijo de Vicente García-Huidobro y la escritora María Luisa Fernández Bascuñán. Por ser el primogénito de esta familia, Vicente estaba destinado a heredar el título de marqués de Casa Real, honor reservado al primer hijo de la unión de dos de las familias más importantes del siglo XIX en Chile. Sin embargo, quizás por influencia de su madre —mujer feminista fuertemente ligada al ámbito cultural chileno—, Vicente dejó ese destino para abrazar una carrera riesgosa y apasionante: la de creador Cursó la enseñanza primaria con institutrices privadas y la secundaria en el Colegio de San Ignacio de la Compañía de Jesús. Aunque fue crítico con la enseñanza jesuítica, tomó de ella una postura elitista ante la vida. Escribió sus primeros poemas a los doce años. Ya desde ese momento, su vena poética y creadora, unida a su espíritu iconoclasta, le llevó a rechazar en un manifiesto que hizo público cuando aún era adolescente, cualquier forma de poesía anterior. Sus primeras obras fueron Ecos del alma (1911) y Las pagodas ocultas (1914). Cursó estudios de literatura en la Universidad de Chile. El primer amor de Vicente García-Huidobro fue su madre, quien tuvo una notable influencia en su vida; ella misma corregía sus primeros poemas y lo acompañó siempre. A éste siguieron otros amores ingenuos. Sin embargo, el amor real le llegó a los 19 años, cuando perdidamente enamorado se casó con Manuela Portales Bello, joven aristócrata descendiente de Diego Portales y Andrés Bello. Ella lo impulsó, como su madre, a escribir.
Decidido a abrirse camino en el mundo de las Letras, se traslada a París en 1916, donde participó en todos los movimientos vanguardistas que por aquellos años florecían, en la capital francesa; fue la época de la primera guerra mundial; En esta gran metrópolis conoció a Picasso, Juan Gris, Max Jacob y Joan Miró, entre otras figuras de la cultura del momento. Escribió en revistas literarias junto a poetas como Apollinaire, Réverdy, Tzara, Breton y Aragon; es decir, lo más puro de la poesía francesa del momento. Allí pudo empezar a publicar sus primeras colaboraciones en las revistas más significativas de ese país como Sic y Nor-Sud, y entablar relaciones con las principales cabezas de la Vanguardia europea, como los surrealistas Guillaume Apollinaire y Pierre Reverdy, con quienes colaboró en la fundación de una de las publicaciones anteriormente citadas (Nord-Sud). Sin embargo, y a pesar de esta estrecha colaboración en los comienzos de su andadura literaria, Vicente Huidobro pronto se distanció voluntariamente de los postulados surrealistas, ya que en su particular concepción de la creación artística no cabía la máxima de que el artista era un mero instrumento revelador de los dictados de su inconsciente. De igual manera rechazó el futurismo, movimientos artísticos rupturistas que ejercieron gran influencia sobre el arte contemporáneo. Huidobro fundó su propio movimiento poético de vanguardia: el Creacionismo, en la que situaba al creador artístico a la altura de un dios capaz de trasmitir a su creación un aliento vital tan poderoso que se podría medir, incluso, con las creaciones de la propia Naturaleza. http://mireyavasquez.blogspot.com/2011/05/el-vanguardismo.html
Así, para Huidobro el artista no debía limitarse a imitar la Naturaleza (de ahí el título de su el manifiesto creacionista: Non serviam, "no serviré"), sino que debía mantener con ella una especie de competición en la que podía mostrar el vitalismo de su propia obra. Es la famosa tesis que sintetizó en la fórmula: ¿Por qué cantáis la rosa, ¡oh poetas!? / Hacedla florecer en el poema. Esta concepción llevaba consigo la necesidad de crear nuevas imágenes -tan coloristas como animadas y sorprendentes- e, incluso, un novedoso lenguaje poético capaz de romper con todos los niveles de la lengua y generar también su propia sintaxis; de ahí que la yuxtaposición (de oraciones, vocablos o sonidos extrañamente puestos en contacto) se convirtiera en una de las características más acusadas del Creacionismo, al tiempo que las largas secuencias y enumeraciones de palabras y sintagmas contribuyeran decisivamente a dar al poema esa apariencia de objeto aleatorio, mera creación de un dios absorto en las posibilidades estéticas del material con que moldea su obra.
Con estos presupuestos estéticos, Vicente Huidobro se presentó en Madrid en 1918, donde fundó un destacado grupo de poetas creacionistas consagrados a la elaboración de textos que seguían fielmente los postulados del ya respetado maestro chileno. Por aquel entonces ya era un poeta fecundo, que arrastraba tras sí una interesante producción literaria: seis poemarios impresos en su país natal (Ecos del alma, La gruta del silencio, Canciones en la noche, Pasando y pasando, Las pagodas ocultas y Adán), uno aparecido en Buenos Aires (El espejo de agua) y otro publicado en París (Horizon Carré). A ellos se añadirían pronto cuatro nuevos poemarios (Poemas árticos, Ecuatorial, Tour Eiffel y Hallali).
De retorno a París, Vicente Huidobro continuó su febril proceso de creación poética, ahora enriquecida con una curiosa aproximación al género narrativo-cinematográfico, la novela-guión Cagliostro, de 1921. Entre el 16 de mayo y el 2 de junio de 1922, Vicente Huidobro presentó una exposición de trece poemas en forma de caligramas en el Teatro Eduardo VII de París. En el catálogo de la exposición estaba su retrato dibujado por Pablo Picasso y una crítica elogiosa de sus poemas escrita por el español Gerardo Diego. Su aceptación en París fue un éxito personal y de Chile, favorecido por el hecho de que el poeta escribiera indistintamente en francés y en español.
Regresó a Chile en 1925. Desde su llegada inició una intensa actividad literaria y política, con la fundación de la revista La Reforma y sus numerosas colaboraciones en Andamios, Panorama y Ariel. En el terreno político fundó un diario, Acción, desde el que defendía sus ideas contrarias al militarismo. Candidato a presidente, fracasó estrepitosamente en los comicios de 1925, lo que le causó gran amargura.
Alrededor de 1930 dio los toques finales a sus dos obras cumbres: dos poemarios que, desde el momento mismo de su aparición estaban llamados a situarse en los puestos máximos de la literatura universal. Por aquel entonces, Huidobro estaba en el apogeo de su fama, y gozaba del éxito obtenido por su novela fílmica Mío Cid Campeador (1929), en la que el propio poeta -que alardeaba de ser descendiente de Rodrigo Díaz de Vivar- identificaba su relación amorosa con Ximena Amunátegui como una reencarnación moderna de la pareja formada por El Cid y Doña Jimena.
La peripecia que había dado lugar a esta unión no puede ser más exagerada y hasta cierto punto fantástica: en 1925, coincidiendo con su regreso a Chile y su fracaso en el intento de tomar parte activa en la política de su país, el gran poeta había conocido a Ximena, una joven estudiante de quince años de edad, por la que abandonó a su mujer (con la que llevaba casado más de quince años) y a sus hijos. Ximena no sólo era menor de edad, sino hija de un poderoso prócer chileno, quien se opuso tajantemente a su unión con el poeta. Huidobro marchó entonces a París, cerró la casa de Montmartre donde había residido con su familia, y se trasladó a Nueva York, donde cosechó algún éxito como escritor de guiones cinematográficos.
Pero en 1928, cuando Ximena Amunátegui acababa de alcanzar la mayoría de edad, el poeta viajó a Chile, la raptó a la salida del Liceo y se marchó de nuevo a París, en donde la feliz pareja se instaló en el barrio de Montparnasse. Fueron aquellos unos años de plenitud amorosa y creativa para el poeta, quien, después del mencionado éxito de su versión del Cid, decidió retomar un largo y ambicioso proyecto en el que había empezado a trabajar diez años antes. Se trata de Altazor o el viaje en paracaídas, un poema mayor en siete cantos que narra la caída del hombre y el encuentro con la mujer, con la poesía. Junto con Temblor de cielo (acabado también por aquellas fechas), es la obra cumbre del Creacionismo y el mayor legado de Huidobro a la poesía. La relación con Ximena terminó en 1945, cuando él cubría la Segunda Guerra Mundial como corresponsal. De allí regresó a Chile con su tercera esposa, Raquel Señoret.
La mayoría de los estudiosos del fenómeno poético aún se deslumbra con las imágenes, la vivacidad, la invención y la heterodoxia inconformista y novedosa de este gran rebelde de las letras hispanas, quien supo mantener su vigor creacionista hasta en el epitafio que dejó escrito para su lápida: "Abrid esta tumba: al fondo se ve el mar".
En 1933 Huidobro retornó de nuevo a su país. En esta ocasión volvió a desplegar una energía incansable fundando revistas tales como Pro, Vital, Primero de Mayo y Total. El año 1934 fue particularmente fecundo, pues publicó Cagliostro, a la que definió como novela-filme y que recibió un premio en un concurso de guiones celebrado en Hollywood, y La próxima historia que pasó en poco tiempo más, novela futuróloga en la que reflexionaba sobre la sociedad tecnocratizada que ya se estaba vislumbrando. En Papá o El diario de Alicia Mir introdujo referencias autobiográficas y En la luna, guiñol en cuatro actos y trece cuadros, una clara intencionalidad política.
Entre 1935 y 1938 Huidobro polemizó con Pablo Neruda y estuvo en España durante la Guerra Civil. Regresó a Chile en 1938, donde continuó su incansable labor creadora publicando ese mismo año la novela Sátiro o El poder de las palabras. Se trata de una novela de gran penetración psicológica. Junto con otros autores como Braulio Arenas y Fernando Alegría colaboró en Multitud; recopiló antiguos poemas dispersos de 1923 en Ver y palpar y El ciudadano del olvido, ambos libros dados a conocer en 1941 y considerados como obras fundamentales en su creación poética.
A finales de la Segunda Guerra Mundial regresó a Europa, para alistarse en el ejército francés con el que participó en las últimas batallas y obtuvo el grado de capitán. Entonces su figura comenzaba a ser una leyenda en Chile, donde en 1945 se publicó una Antología. Su experiencia bélica le dejó una herida que no llegó nunca a curar y que lo condujo a la muerte cuando estaba de vuelta en su país natal.
Frente al mar, en Cartagena (Chile), murió Vicente Huidobro en 1948, y frente al mar (o tal vez sobre él, como reza su epitafio) reposan sus restos en el
camposanto de la bella localidad chilena.
Su hija Manuela se preocupó por sacar a la luz las últimas creaciones de su padre en el mismo año de su muerte publicando Últimos poemas. Siguieron diversas ediciones y reediciones de sus obras; todavía en 1993 José A. de la Fuente editaba Vicente Huidobro: Textos inéditos y dispersos.
LISTA DE REFERENCIAS
Vicente Huidobro http://www.los-poetas.com/b/biohuid.htm Consulta: 17 de abril de 2012
Vicente Huidobro http://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/huidobro.htm Consulta: 17 de abril de 2012
Vicente Huidobro http://www.lecturalia.com/autor/4390/vicente-huidobro Consulta: 17 de abril de 2012

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