lunes, 26 de febrero de 2018

MENE: PRIMERA NOVELA PETROLERA EN VENEZUELA




BREVE CONOCIMIENTO DEL AUTOR
Mireya Vásquez Tortolero


RAMÓN DÍAZ SÁNCHEZ Nació en Puerto Cabello (Estado Carabobo) el 14 de agosto de 1903. Hijo de Ramón C. Díaz y de Rosario Sánchez. Asistió a las escuelas Francisco Kepper, José R. Pelayo y Bartolomé Salom en Puerto Cabello, hasta 1916 cuando por las dificultades económicas de su familia, es llevado por su padre a trabajar como dependiente en la casa comercial Otto Raddler Sucrs. Luego, tiene necesidad de desempeñarse como ayudante en un taller mecánico, y también como pintor de carteles de cine. Completa su educación a través del estudio autodidacta. Fue escritor, periodista e historiador. Dentro del primer rango fue novelista, cuentista, ensayista, crítico literario y dramaturgo. 
Se inicia en la literatura con el trabajo periodístico en el Boletín de Noticias y El Estandarte, de Puerto Cabello (1920-1924). Posteriormente se va a Maracaibo donde establece contacto con los medios intelectuales de la capital zuliana. Allí colabora en los periódicos La Información, Excelsior y La Hora Literaria; en 1925 participa en la creación del grupo literario “Seremos”, el cual adopta una actitud crítica ante el régimen del general Juan Vicente Gómez, por esto es llevado a prisión en el castillo de San Carlos (1928-1929). Una vez liberado, regresa a Puerto Cabello donde contrae matrimonio, para volver nuevamente al Zulia y se residencia en Cabimas, ciudad en la cual desempeña el cargo de juez municipal (1930-1935). El mundo de los campos petroleros que ahí descubre constituye el tema de su primera novela Mene, galardonada en 1935 por el Ateneo de Caracas y publicada en 1936.
Posteriormente se residencia en Caracas, allí es nombrado jefe de publicaciones del Ministerio de Agricultura y Cría entre 1937 y 1939, director de Gabinete del Ministerio de Educación de 1940 a 1941 y director de la Oficina Nacional de Prensa (1942-1943). Díaz Sánchez incursiona en la política en el año 1943, en ese momento es nombrado diputado por el Estado Carabobo (1943-1945); en esa época es colaborador de los diarios El Universal,  El Nacional, El Heraldo, La Esfera, así como de las revistas Élite, Billiken y del semanario Fantoches. Fue Director de Cultura y Bellas Artes del Ministerio de Educación (1951-1952), además es consejero cultural de las embajadas de Venezuela en París, Roma, Madrid y Bonn (1952).
Por su novela, Cumboto (1950) recibe el premio Arístides Rojas. Esta obra fue traducida al francés y al italiano. También son obras suyas  Casandra (1957) y Borburata (1960). Esta obra es de gran contenido social.
En el campo de la historia, publica una magistral biografía de Antonio Leocadio Guzmán, titulada Guzmán, elipse de una ambición de poder galardonada con el Premio Nacional de Literatura (1950).
 Ramón Díaz Sánchez es considerado como uno de los mejores narradores venezolanos de la primera mitad del siglo XX. Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua en 1952 y de la Academia Nacional de la Historia en 1958.  Murió en Caracas el 8 de noviembre de 1968


MENE Y LA NOVELA DOCUMENTAL

            Ramón Díaz Sánchez  publica en 1936 Mene, la que habría de ser, junto con Cumboto, la obra más conocida de este autor.

            Mene narra la historia del descubrimiento del petróleo, en el occidente de Venezuela. Las poblaciones zulianas de Cabimas y Lagunillas sufrirán grandes transformaciones, gracias a la iniciación de la explotación petrolera.

            La riqueza que representa la presencia del oro negro, tiene como oposición la servidumbre de tipo moral y humana que supone el brusco cambio experimentado en el país a partir de ese momento.

            Al final, aparentemente, todo vuelve a la normalidad, pero ha quedado la huella del petróleo, tanto en la geografía como en la mente de quienes han vivido semejante transformación.

            Como indica el profesor Gustavo Luis Carrera (1972): Allí están los más visibles elementos constitutivos: la aparente bonanza económica, la corrupción de las costumbres, la descriminación, el crimen, el robo, el suicidio, el accidente mortal o mutilador.



MENE COMO NOVELA DOCUMENTAL
            En nuestro país, la mayoría de los escritores han tratado de relacionar sus creaciones con la realidad del país; como ejemplos tenemos a Manuel Díaz Sánchez, Manuel Vicente Romero García, Arturo Uslar Pietri, Rómulo Gallegos. También Ramón Díaz Sánchez se preocupa por escribir una novela en la que trata de explicar uno de los problemas venezolanos de la época que le tocó vivir: la explotación petrolera.

Mene está catalogada por Orlando Araujo (1988) como una obra de  denuncia, un testimonio vivido, una fabulación veraz o una novela reportaje.

            La novela está estructurada en capítulos y cada uno de ellos señalados con nombres de colores: Blanco, Rojo, Negro y Azul. Cada uno de ellos simboliza un momento de cambio en el desarrollo del tema planteado. Se intenta ilustrar, o tal vez resumir, mediante esa imagen, el clima que se presenta a todo lo largo de la obra. Son episodios breves, que encierran estampas históricas anteriores a la explotación petrolera, y los orígenes de ésta; la especulación y desgraciadas ocasionadas por la locura del petróleo, migraciones desde los campos hacia las zonas petroleras; el auge de la prostitución y la vida de los negros antillanos, que vienen a Venezuela, representados por E.N. Philiber, en quien se simboliza la dIscriminación racial; la crisis que lleva a la aparente normalidad y a la búsqueda de otra vida.



            Mene es una obra basada en la experiencia directa del autor. Ramón Dïaz Sánchez permaneció, durante algún tiempo, en la zona petrolera del Zulia (1924-1936), como empleado de una compañía petrolera y como Juez Municipal. Sin embargo, como dice el profesor Carrera, Mene no alude a experiencias realmente vividas en sentido histórico y cronológico por el autor: su acción se ubica en período anterior a 1930, en la época del “descubrimiento y las iniciales explotaciones”. No obstante, dice Orlando Araujo Mene es ficción en el sentido estético de la palabra, porque, aunque el paisaje y los escenarios son reales, inventa los personajes, crea las situaciones y no interrumpe el tiempo novelesco ni con interferencias, ni con sociologías, ni con el simbolismo galleguiano.

 Díaz Sánchez acude a figuras simbólicas como ocurre con las extrañas monedas unos discos de oro pesados y relucientes… Pero ni zamuro ni lechuza. Era un águila. [1]

            El conflicto narrativo presenta el enfrentamiento entre los nativos y los extranjeros “conquistadores”, quienes han creado en Venezuela la “lista negra” . Allí estarán incluidos todos aquellos trabajadores que protesten la presencia de los “rubios”, los que no cumplan con el trabajo asignado, al igual que los discriminados por sus ideas políticas o por el color de su piel.

                   También Casiano y sus hijos se vieron relegados. Eran como otros tantos matojos arrancados de cuajo y aventados. Su casa permaneció cerrada, igual que la capilla… (p.45)


                   ¿Teófilo Aldana? ¿Hasta cuándo voy a decirle que no me moleste?. Usted no puede reportarse aquí porque está en la lista negra. (p.49)


Teófilo es un negro fornido que no se dejó gobernar por los “hombres rubios” y que se enfrentó a ellos.

            El enfrentamiento entre nativos y extranjeros y la descriminación racial se ven denunciados por el autor. Ella está claramente representada en la novela por Enguerrand Narcisus y su esposa Phoebe, una pareja de trinitarios que había venido a Venezuela con toda la ilusión de quedarse y trabajar honestamente. El era electricista y ella costurera.

            Un infortunado percance fisiológico que le acontece a Enguerrand, cambiará para siempre su destino.

                   Gemían sus tripas y se retorcían obligándole a apretarse el vientre con las piernas muy juntas… (p.115)
 

            Se vio en la necesidad de ir al retrete de los blancos y al verse descubierto cae en la “lista negra”. Fue despedido de la compañía donde trabajaba y no pudo conseguir por nada trabajo en ninguna otra parte.

                   …no obstante haber estado girando a su derredor como el caminante que en medio del camino busca el camino: Black List.
                   ¡Espantoso! ¡Catastrófico!. Le habían puesto en la lista negra: Enguerrand Narcisus Philibert, negro antillano, por haber osado ocupar el retrete de los blancos. (P.120)

            Esto lo lleva a la desesperación y por último a la muerte.

            Otro ejemplo es el de Angela y Jorge. Un matrimonio entre un yanqui y una mujer criolla. Matrimonio donde los prejuicios sociales y la descriminación racial acaban por destruir a Angela, pues la decepción la lleva a la muerte.

            El poder económico, político y social de los extranjeros queda evidenciado:

                   Casas de madera resplandecientes, sobre pilastras con techumbres aisladoras. Jardinillos plantados con acusado aire de forasterismo. Todo un pueblo nuevo y exclusivista, aislado del mundo circundante de una extensa verja de hierro (…) Allí predomina el blanco, un blanco neto, agresivo como el de los modernos hospitales y salones de barbería. Sugiere el confort de aquellos chalets cierta idea de cartujismo, con todo lo necesario para no carecer de nada…
                   -Ahí van a vivir los jefes extranjeros… (p.53)


Ellos serán los nuevos conquistadores, los dueños de la tierra zuliana.

                   Cesan de voltejear las hélices y los buques negros vomitan sobre la tierra febril su cargamento de hombres y de hierros. Hombres rubios duros, ágiles. Maquinarias fornidas, saturadas, diríase de un espíritu de odio contra todo lo verde. (p. 43)


Pero los extranjeros blancos se adueñan de la tierra gracias a los  criollos que les rinden pleitesía. Díaz Sánchez representa a estos en dos personajes: Joseíto Ubert, criollo cómplice de las compañías petroleras y enriquecido a costa de ellas, y Carolino Kuayro, quien se vendió a los musiúes.




            La maquinaria se hace poderosa, ya no se puede detener. La transformación es irremediable. Hasta el paisaje cambia.

                   Pueblos oscuros -Cabimas, Lagunillas, Mene- se incorporan al frenesí del mundo. Las veredas convertíanse en calles, los crujizales en viviendas: unas viviendas presurosas, hechas con los cajones de las máqueinas y tapadas con planchas de zinc. La demencia de un ensueño extravasado de las fronteras oníricas. (p.44)


            Pero no todo puede ser desenfreno y destrucción. Llegó la crisis. Ya no se vendía el petróleo en el extranjero. En las grandes potencias había mucho petróleo acumulado. Entonces, todo vuelve a la calma, al reposo. Se abrió de nuevo la iglesia…

                   La calma acompasada de sus movimientos, el ritmo de sus espíritus iba dando vida a aquellos cantos. Surgió de forma nítida y preconcebida: una escuela (p.148)











Todas las cosas iban cobrando el equilibrio perdido, fue naciendo en la gente del pueblo una nueva esperanza.


CONCLUSION
            Ramón Díaz Sánchez en su novela Mene hace un recorrido por todo el mundo petrolero, desde sus inicios desvastadores hasta el momento de un asentamiento que lleva a recuperar nuevamente ciertas tradiciones. Económicamente, el petróleo seguirá siendo la fuente de ingreso, pero, ahora, más tranquilo y sosegado.

            Como creación novelesca, de carácter documental, Mene toca una gama de temas centrados en el cambio poderoso que acontece con la aparición del petróleo: en sus inicios, con un efecto asesino y desvastador, donde la sangre y la muerte corren paralelas al petróleo. Hay destrucción moral y espiritual. Hay un afán constante de riqueza (Joseíto Ubert), oportunismo (Carolino Kuayro). Se van reuniendo todos los males, aun hasta la exploración de tierras indígenas y el aniquilamiento del hombre a causa de la fiebre y las flechas envenenadas (Anselmo Soto).

            El profesor Carrera afirma que Mene es la primera novela del petróleo de autor venezolano; obra de gran valor original en la concepción general y de sólida significación documental, basada en las experiencias directas de Díaz Sánchez.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Araujo O.(1972). Narrativa Contemporánea Venezolana. Caracas, Editorial Tiempo Nuevo.

Carrera G. L. (1972). La Novela del Petróleo en Venezuela. Caracas, Talleres Litográficos de Servicios Venezolanos de Publicidad. 

Díaz Sánchez R. (1969). Mene. España, Círculo de Lectores.

Oropeza, J. N. (1984). Para fijar un rostro. Notas sobre la novelística venezolana. España, Vadell Hermanos Editores.




[1] Ramón Díaz Sánchez. Mene Caracas, Círculo de lectores, 1966. 
   Todas las citas a la obra pertenecen a esta edición.