Mi padre, Juan Bautista Gerbasi, cuya
vida es el motivo de este poema, nació en una aldea viñatera de Italia, a
orillas del Mar Tirreno, y murió en Canoabo, pequeño pueblo venezolano
escondido en una agreste comarca del Estado Carabobo.
- I -
|
||||
Venimos
de la noche y hacia la noche vamos.
|
||||
Atrás
queda la tierra envuelta en sus vapores,
|
||||
donde
vive el almendro, el niño y el leopardo.
|
||||
Atrás
quedan los días, con lagos, nieves, renos,
|
||||
con
volcanes adustos, con selvas hechizadas
|
||||
donde
moran las sombras azules del espanto.
|
||||
Atrás
quedan las tumbas al pie de los cipreses,
|
||||
solos
en la tristeza de lejanas estrellas.
|
||||
Atrás
quedan las glorias como antorchas que apagan
|
||||
ráfagas
seculares.
|
||||
Atrás
quedan las puertas quejándose en el viento.
|
||||
Atrás
queda la angustia con espejos celestes.
|
||||
Atrás
el tiempo queda como drama en el hombre:
|
||||
engendrador
de vida, engendrador de muerte.
|
||||
El
tiempo que levanta y desgasta columnas,
|
||||
y
murmura en las olas milenarias del mar.
|
||||
Atrás
queda la luz bañando las montañas,
|
||||
los
parques de los niños y los blancos altares.
|
||||
Pero
también la noche con ciudades dolientes,
|
||||
la
noche cotidiana, la que no es noche aún,
|
||||
sino
descanso breve que tiembla en las luciérnagas
|
||||
o pasa
por las almas con golpes de agonía.
|
||||
—58→
|
||||
La
noche que desciende de nuevo hacia la luz,
|
||||
despertando
las flores en valles taciturnos,
|
||||
refrescando
el regazo del agua en las montañas,
|
||||
lanzando
los caballos hacia azules riberas,
|
||||
mientras
la eternidad, entre luces de oro,
|
||||
avanza
silenciosa por prados siderales.
|
- II -
|
||||
Venimos
de la noche y hacia la noche vamos.
|
||||
Los
pasos en el polvo, el fuego de la sangre,
|
||||
el
sudor de la frente, la mano sobre el hombro,
|
||||
el
llanto en la memoria,
|
||||
todo
queda cerrado por anillos de sombra.
|
||||
Con
címbalos antiguos el tiempo nos levanta.
|
||||
Con
címbalos, con vino, con ramos de laureles.
|
||||
Mas en
el alma caen acordes penumbrosos.
|
||||
La
pesadumbre cava con pezuñas de lobo.
|
||||
Escuchad
hacia adentro los ecos infinitos,
|
||||
los
cornos del enigma en vuestras lejanías.
|
||||
En el
hierro oxidado hay brillos en que el alma
|
||||
desesperada
cae,
|
||||
y
piedras que han pasado por la mano del hombre,
|
||||
y
arenas solitarias,
|
||||
y
lamentos del agua en cauces penumbrosos.
|
||||
¡Reclamad,
gritando hacia el abismo,
|
||||
el
mirar interior que hacia la muerte avanza!
|
||||
En
nuestras horas yacen reflejos de heliotropos,
|
||||
manos
apasionadas, relámpagos del sueño.
|
||||
¡Venid
a los desiertos y escuchad vuestra voz!
|
||||
¡Venid
a los desiertos y gritad a los cielos!
|
||||
—60→
|
||||
El
corazón es una secreta soledad.
|
||||
Sólo el
amor descansa entre dos manos,
|
||||
y baja
en la simiente con un rumor oscuro,
|
||||
como
torrente negro, como aerolito azul,
|
||||
con
temblor de luciérnagas volando en un espejo,
|
||||
o con
gritos de bestias que se rompen las venas
|
||||
en las
calientes noches de insomnes soledades.
|
||||
Mas la
simiente trae a la visible e invisible muerte.
|
||||
¡Llamad,
llamad, llamad vuestro rostro perdido a orillas de la gran sombra!
|
- III -
|
||||
Relámpago
extasiado entre dos noches,
|
||||
pez que
nada entre nubes vespertinas,
|
||||
palpitación
del brillo, memoria aprisionada,
|
||||
tembloroso
nenúfar sobre la oscura nada,
|
||||
sueño
frente a la sombra: eso somos.
|
||||
Por el
agua estancada va taciturno el día,
|
||||
doblegando
los juncos hacia barcas de olvido.
|
||||
El alma
silenciosa en las violetas tiembla.
|
||||
¿No
somos un secreto guardado por las horas?
|
||||
Mirad
cómo en el césped de la tarde
|
||||
la
mirada es un brillo de azahares,
|
||||
cómo se
esconde el ser
|
||||
en el
suspiro leve de las frondas.
|
||||
Algo se
cierra siempre en torno a nuestra frente.
|
||||
El frío
de las piedras corre por nuestra sangre.
|
||||
Un
susurrar de nardo desciende por los valles.
|
||||
Y
siempre el hombre solo, bajo el sol y los truenos,
|
||||
perseguido
por voces y látigos y dientes.
|
||||
El
hombre siempre solo, con su mirada, suya,
|
||||
con sus
recuerdos, suyos, y con sus manos, suyas.
|
||||
El
hombre interrogando a sus calladas sombras.
|
||||
Escucha:
yo te llamo desde mis soledades,
|
||||
—62→
|
||||
desde
mis suspirantes comarcas de palmeras,
|
||||
abiertas
a los signos luminosos del cielo.
|
||||
El
viento se te enreda con nieblas siderales,
|
||||
y te
detiene al pie de negros abedules.
|
||||
Venados
de la luna van corriendo
|
||||
por la
antigua memoria,
|
||||
y en tu
silencio caen llamas del corazón.
|
- IV -
|
||||
1
|
Lo que
siento en mi sangre como un reloj de arena,
|
|||
cerca
de algún retrato, del hilo y del salero;
|
||||
lo que
escucho en mi sangre como un rumor del día,
|
||||
cuando
una mariposa de la noche
|
||||
viene a
besar la sombra de nuestro corazón;
|
||||
lo que
escucho en mi sangre como acordes de luto,
|
||||
cuando
todo se apaga y todo es un ayer,
|
||||
con
rostros, con cenizas y manos en la sombra;
|
||||
lo que
escucho en mi sangre como grano que cae
|
||||
en la
penumbra de los aposentos,
|
||||
donde
el espejo de hundida confidencia
|
||||
destruye
vanamente las máscaras del hombre:
|
||||
lo que
escucho en mi sangre como flautas del sol,
|
||||
cuando
mis hijos danzan en torno a mi existencia
|
||||
como en
una lejana colina de vendimias;
|
||||
cuando
el pensamiento transforma mis secretos en abismos de yedras,
|
||||
y
reclino mi frente sobre el vino nocturno;
|
||||
cuando
siento mis pasos en la tierra,
|
||||
y
cuando digo: tierra,
|
||||
y sé
que estoy aquí iluminándome,
|
||||
amándola
y oyendo su mandato, que es el existir,
|
||||
—64→
|
||||
es lo
que desciende en secreto hacia mi muerte:
|
||||
rumor
que me sostiene y me dibuja
|
||||
en mi
retrato antiguo,
|
||||
con un
halcón sobre el hombro,
|
||||
en la
penumbra de tus olivares:
|
||||
marco
de la conciencia,
|
||||
enigma
de viejos muros,
|
||||
caída
de la luz en la tristeza,
|
||||
heno en
la tarde, nubes de soledad,
|
||||
higueras
de la noche en forma de esqueletos,
|
||||
mirada
hacia la sombra del jaguar.
|
||||
No
somos habitantes de la luz.
|
||||
Hay
lenguas de tiniebla y signos ardorosos
|
||||
danzando
en torno nuestro.
|
||||
Se nos
cae la mirada en anillos de luto,
|
||||
en
juncales de miedo, en estrellas de plata.
|
||||
La
frente va perdida, como ráfaga fría
|
||||
por la
humedad nocturna de los espantapájaros.
|
||||
¿Cuándo
sale de ti mi oscuro andar?
|
||||
Atrás
quedan abismos en que mis ojos caen.
|
||||
El
hombre es de la noche que lo sigue,
|
||||
sueño
que el sol defiende,
|
||||
paréntesis
de incierta maravilla,
|
||||
imagen
que derriba la tiniebla.
|
||||
Aún mi
madre contempla tu retrato
|
||||
y en su
cabello blanco se hace un lejano resplandor.
|
||||
Aquí en
la tierra estoy, aquí en la tierra,
|
||||
—65→
|
||||
y en tu
muerte, disperso en mis sentidos.
|
||||
Y
persisten los ojos, las brasas del peligro, y el hábito de andar por los
sonidos,
|
||||
por la
humedad, la risa, las tinieblas, donde las lumbres danzan
|
||||
como
reminiscencias de muertos familiares.
|
||||
Y todo
avanza en mí y todo cae, y todo es un rumor,
|
||||
un
acercarse y afinar, y un sufrir por lo amado,
|
||||
y un
llevarlo todo al sueño
|
||||
y hacer
de la tierra un sueño.
|
||||
Y es lo
que viene ardiendo, sonando como un trueno
|
||||
sobre
un niño,
|
||||
desde
tu vida dura, desde tu muerte sola,
|
||||
tu
muerte semejante a una llanura,
|
||||
donde
curva la noche su lentitud de estrellas,
|
||||
con un
rumor de cascos, de piedras, de esqueletos,
|
||||
con
guitarras caídas junto al corazón,
|
||||
con una
copla del diablo,
|
||||
con el
azufre del Tirano Aguirre
|
||||
danzando
en las colinas,
|
||||
y
lejanos relámpagos antiguos
|
||||
en un
denso horizonte con sombras de diluvio,
|
||||
y el
viento que resuena sobre el sordo tambor de la tierra caliente,
|
||||
del
agua del caimán y el venenoso diente.
|
||||
Padre
mío, padre de mi huracán. Y de mi poesía.
|
- V -
|
||||
A veces
caigo en mí, como viniendo de ti,
|
||||
y me
recojo en una tristeza inmóvil;
|
||||
como
una bandera que ha olvidado el viento.
|
||||
Por mis
sentidos pasan ángeles del crepúsculo
|
||||
y
lentos me aprisionan los círculos nocturnos.
|
||||
Venimos
de la noche y hacia la noche vamos.
|
||||
Escucha.
Yo te llamo desde un reloj de piedra,
|
||||
donde
caen las sombras, donde el silencio cae.
|
- VI -
|
||||
El
velero lustroso de la muerte
|
||||
pasea
tu silencio por mis mares sombríos,
|
||||
entre
brillos de un agua negra en ondas,
|
||||
donde
cantan marinos de otro tiempo,
|
||||
ahogados
en la noche, rendidos a las algas
|
||||
que
transportan las sombras.
|
||||
Y
siempre vienes a mí desde el olvido,
|
||||
aventurero
terrestre de barbas seculares.
|
||||
Tus
zapatos aún suenan sobre los ladrillos
|
||||
y sobre
las arenas de bahías desiertas,
|
||||
con
baúles desenterrados y monedas,
|
||||
y con
rocas lejanas donde los astros caen,
|
||||
donde
avanzan temblando las auroras,
|
||||
en
medio de las sombras de los fríos,
|
||||
y de
pinos del mar,
|
||||
y
signos y colores espectrales,
|
||||
y las
sombras de madres de barqueros,
|
||||
llamando
entre sus paños y sus cabellos,
|
||||
y sus
voces confundidas,
|
||||
y sus
lágrimas perdiéndose en la arena,
|
||||
y
gaviotas en fila, volando hacia otro mundo,
|
||||
hacia
distancias cárdenas y negras,
|
||||
—68→
|
||||
hacia
un día del misterio,
|
||||
donde
grita el hombre a su muerte.
|
||||
Te
sigue un perro grande,
|
||||
el
perro fiel y lento de nuestra lejanía.
|
||||
En tu
penumbra brillan barcas abandonadas.
|
||||
Con las
ráfagas gimen tus hondas soledades
|
||||
y entre
las algas tiembla el grave amanecer.
|
||||
Te
alejas en tu viaje como llovizna leve,
|
||||
como el
rumor del finar en los caracoles.
|
||||
En mi
soledad guardo tus hondas soledades.
|
||||
De ti
vienen los días
|
||||
sonando
en las guitarras del olvido.
|
||||
Por ti
yo soy el hombre, el portador del fuego.
|
||||
Por ti
mi mano levanta el espejo que refleja la montaña.
|
||||
Hacia
mí venían tus huellas, tu fábula y tu clima,
|
||||
y aún
te veo llegar desde la muerte,
|
||||
padre
del remo, padre del pesado saco,
|
||||
padre
de la cólera y el canto.
|
- VII -
|
||||
Tu
aldea en la colina redonda bajo el aire del trigo,
|
||||
frente
al mar con pescadores en la aurora,
|
||||
levantaba
torres y olivos plateados.
|
||||
Bajaban
por el césped los almendros de la primavera,
|
||||
el
labrador como un profeta joven,
|
||||
y la
pequeña pastora con su rostro en medio de un pañuelo.
|
||||
Y subía
la mujer del mar con una fresca cesta de sardinas.
|
||||
Era una
pobreza alegre bajo el azul eterno,
|
||||
con los
pequeños vendedores de cerezas en las plazoletas,
|
||||
con las
doncellas en torno a las fuentes
|
||||
movidas
rumorosamente por la brisa de los castaños,
|
||||
en la
penumbra con chispas del herrero,
|
||||
entre
las canciones del carpintero,
|
||||
entre
los fuertes zapatos claveteados,
|
||||
y en
las callejuelas de gastadas piedras,
|
||||
donde
deambulan sombras del purgatorio.
|
||||
Tu
aldea iba sola bajo la luz del día,
|
||||
con
nogales antiguos de sombra taciturna,
|
||||
a
orillas del cerezo, del olmo y de la higuera.
|
||||
En sus
muros de piedra las horas detenían
|
||||
sus
secretos reflejos vespertinos,
|
||||
y al
alma se acercaban las flautas del poniente.
|
||||
—70→
|
||||
Entre
el sol y sus techos volaban las palomas.
|
||||
Entre
el ser y el otoño pasaba la tristeza.
|
||||
Tu
aldea estaba sola como en la luz de un cuento,
|
||||
con
puentes, con gitanos y hogueras en las noches
|
||||
de
silenciosa nieve.
|
||||
Desde
el azul sereno llamaban las estrellas,
|
||||
y al
fuego familiar, rodead o de leyendas,
|
||||
venían
las navidades,
|
||||
con pan
y miel y vino,
|
||||
con
fuertes montañeses, cabreros, leñadores.
|
||||
Tu
aldea se acercaba a los coros del cielo,
|
||||
y sus
campanas iban hacia las soledades,
|
||||
donde
gimen los pinos en el viento del hielo,
|
||||
y el
tren silbaba en lontananza, hacia los túneles,
|
||||
hacia
las llanuras con búfalos,
|
||||
hacia
las ciudades olorosas a frutas, hacia los puertos,
|
||||
mientras
el mar daba sus brillos lunares,
|
||||
irás
allá de las mandolinas,
|
||||
donde
comienzan a perderse las aves migratorias.
|
||||
Y el
mundo palpitaba en tu corazón.
|
||||
Tú
venías de una colina de la Biblia,
|
||||
desde
las ovejas, desde las vendimias,
|
||||
padre
mío, padre del trigo, padre de la pobreza. Y de mi poesía.
|
- VIII -
|
||||
Cuando
tú venías, venías hacia la muerte,
|
||||
porque
así son nuestros pasos en los días:
|
||||
hacia
las montañas detenidas en los crepúsculos;
|
||||
hacia
las ciudades que esperan la noche con luto y alegría,
|
||||
tostando
el pan, preparando dramas en los aposentos,
|
||||
derramando
rojo vino en las penumbras;
|
||||
hacia
los puertos donde las barcas dan descanso a los vagabundos;
|
||||
hacia
los pequeños caminos rojos,
|
||||
donde
nos duele el cuerpo del asno,
|
||||
donde
nos duelen los pies del mendigo,
|
||||
donde
nos duele el canto de la triste quinquina;
|
||||
hacia
nuestra futura vivienda,
|
||||
con el
susurro leve del naranjo
|
||||
a cuya
sombra estaremos en la mirada del hijo,
|
||||
como en
una hora de l cielo,
|
||||
del
presentimiento y de la angustia.
|
||||
Tú
venías, y el mundo estaba debajo de tus pasos,
|
||||
y
debajo de tus noches, y debajo de tus soledades.
|
||||
Sí, tu
existencia había creado sus cielos huracanados
|
||||
sus
aguas tumultuosas, sus nubladas lejanías,
|
||||
y las
tempestades agitaban los mares de tu corazón
|
||||
—72→
|
||||
con
truenos y estrellas caídas
|
||||
en las
oscuras soledades del alma,
|
||||
con
naufragios y voces de mujeres
|
||||
perdidas
en la extensión de las olas y los países.
|
||||
Soñabas
con fantasmales buques en la sombra,
|
||||
esos
que llevan banderas de luto
|
||||
y
viajan hacia los puertos de podridos aceites
|
||||
y
antiguos desperdicios.
|
||||
Y la
furia levantaba ondas en la oscuridad de tu muerte,
|
||||
perseguida
por brillos lunares,
|
||||
como
una oleaginosa superficie negra
|
||||
con
vuelos de lentas aves relucientes,
|
||||
ahí
donde los astros gotean sus azules licores,
|
||||
en ese
espacio del misterio devorador,
|
||||
con
islas iluminadas en nuestra soledad.
|
||||
Tu
juventud llamaba a las ciudades del mundo,
|
||||
a los
vientos que soplan contra viejas murallas,
|
||||
a la
gente que vive en las oscuras minas,
|
||||
a
marinos que yacen bajo cruces del mar.
|
||||
Tú, el
viajero, el insomne, el descontento,
|
||||
el que
levantaba las manos hacia los relámpagos,
|
||||
el que
veía pasar las bahías
|
||||
como la
orilla serena y brumosa de la tristeza.
|
||||
Sabías
soportar las lejanías, siempre tan del corazón.
|
||||
Sabías
llegar.
|
||||
Y eras
ahí el anónimo, el oscuro, el devorado,
|
||||
tendido
en las noches calientes,
|
||||
—73→
|
||||
como
los sacos, como los barriles,
|
||||
a la
orilla de los grandes navíos.
|
||||
Un
campesino te daba una copa de aguardiente.
|
||||
Y aún
era la noche oscura como un tambor,
|
||||
salvaje
como las patas, las mías y los dientes del tigre.
|
||||
La
noche, la noche llena de rumores de tamarindos,
|
||||
de
cocoteros movidos por una brisa
|
||||
que te
devolvía a otro tiempo,
|
||||
al
tiempo de tu aldea con campanas,
|
||||
de tus
mares del verano
|
||||
con
barcarolas cerca del amanecer.
|
||||
Tú
estabas dormido bajo las estrellas de otro mundo.
|
||||
Padre
mío, padre de mi universal angustia.
|
||||
Y de mi
poesía.
|
IX
|
||||
Dejaste
en mi existencia la nostalgia del mundo.
|
||||
Adoro
las ventanas que tiñen los crepúsculos,
|
||||
contemplo
las estampas de algún campo del norte,
|
||||
elevo
las aldeas a nevadas del cielo
|
||||
y un
reno silencioso se yergue en mi silencio.
|
||||
Muero
contra los pinos por ráfagas heladas,
|
||||
a mis
manos se acercan pájaros del invierno,
|
||||
y un
aire de mendigos difunde coros tristes.
|
||||
No sé
si alguna hora de copos solitarios,
|
||||
esos
que a veces caen en grises cementerios,
|
||||
sobre
harapientas sombras, en plazas vespertinas,
|
||||
me
espera en algún sitio lejano de la tierra.
|
||||
Por ti,
que caminabas con tus ropas pesadas,
|
||||
entre
los esqueletos vegetales del frío,
|
||||
Yo vago
por la orilla de un lago taciturno,
|
||||
oyendo
una campana de antiguos molineros.
|
- X -
|
||||
¿Qué
fuego de tiniebla, qué círculo de trueno,
|
||||
cayó
sobre tu frente cuando viste esta tierra?
|
||||
Pasaron
costas negras, arbustos inflamados,
|
||||
barcas
con piñas, cocos, bananas, chirimoyas,
|
||||
sobre
un mar tenebroso con medusas y anémonas.
|
||||
Y
pasaron caminos, zamuros, caseríos,
|
||||
y viste
un asno ciego atado a tina ventana,
|
||||
y un
niño sin parientes pasar por la llanura,
|
||||
y un
vaquero llamando la sombra del ganado.
|
||||
Una
puerta caliente se abrió para tu vida.
|
||||
Te
llamaron las aguas con sus lenguas oscuras,
|
||||
los
pájaros con gritos, y animales dolientes
|
||||
que
lloran largamente en el alto follaje.
|
||||
Y
llegaste a la puerta de la casa del brujo,
|
||||
de cuyo
tecleo cuelgan gruesas hojas moradas,
|
||||
semillas
venen osas, corazones de pájaros.
|
||||
Y viste
la melaza correr en los trapiches.
|
||||
Y el
toro que en la tarde avanza hacia la muerte,
|
||||
atado a
dos caballos.
|
||||
Y viste
la serpiente de agua, retorcida,
|
||||
que en
la penumbra ahoga a la vaca sedienta.
|
||||
Y
anduviste de noche entre las mariposas
|
||||
—76→
|
||||
de
luto, que visitan los ranchos tenebrosos,
|
||||
donde
habita la fiebre de labios amarillos.
|
||||
Y viste
danzar llamas, las llamas del Tirano,
|
||||
seguido
por el canto del aguaitacamino,
|
||||
que
avanza, misterioso, junto al paso del hombre.
|
||||
Y
dormiste entre hormigas, arañas y escorpiones.
|
||||
Y
grandes flores lilas, con brillos siderales,
|
||||
se
abrieron en tu sueño de encendidos diamantes.
|
- XI -
|
||||
Por ti
sé que el remo que regresa del horizonte,
|
||||
y el
hacha que al contacto del árbol
|
||||
llena
de resonancia el día,
|
||||
y el
martillo que aplasta el hierro
|
||||
y lo
moldea como una llama densa,
|
||||
y la
mano que amasa el barro para la vivienda,
|
||||
y amasa
la harina para los hijos,
|
||||
y para
los hijos de nuestros hijos,
|
||||
y el
escalpelo que transmite sangre a la piedra,
|
||||
elevando
su suave gesto en la penumbra,
|
||||
y la
frente inclinada sobre la maravilla,
|
||||
hacen
la conclusión de la jornada.
|
||||
Por ti
sé que el paso de cada uno es solitario,
|
||||
como un
recuerdo, como un instante,
|
||||
como la
muerte de cada uno.
|
||||
Por ti
sé que el amigo es sagrado,
|
||||
y que
más vale un árbol con frutos
|
||||
que
brillantes monedas de oro.
|
||||
Pero
aquí estoy debatiéndome con sangre, imagen y lamento,
|
||||
recogido
en mi gesto como habitante que sale de la noche.
|
||||
Por ti
me alejo de las ruedas del lujo,
|
||||
de la
serpiente de oro, de la araña de cristal pulido,
|
||||
—78→
|
||||
de la
cortina de azules mariposas.
|
||||
La
tierra nos reclama más cerca de sí misma,
|
||||
más
cerca del sueño en que la vemos.
|
||||
Ráfagas
solitarias se acercan a mi frente,
|
||||
donde
la noche mora temblando en los jazmines.
|
||||
Fugaces
resplandores pasan entre mis huesos,
|
||||
mientras
voy escuchando mis pasos en el polvo.
|
||||
Avanzo,
clamo, caigo, y yo mismo levanto
|
||||
mi
cuerpo abandonado.
|
||||
Agítanse
las sombras al golpe de la sangre,
|
||||
con el
trueno que enluta barrancos y montañas,
|
||||
y en la
humedad enciende cuchillos, ojos, cuerpos
|
||||
y manos
que socavan la soledad oscura.
|
||||
Camino
por escombros, recojo un niño herido
|
||||
que
interminablemente llama hacia las paredes.
|
||||
Busco
un pan, me persiguen
|
||||
y mis
rodillas sangran por largas madrugadas.
|
||||
Padre
de mis huellas,
|
||||
padre
de mi tristeza nocturna.
|
||||
Y de mi
poesía.
|
- XII -
|
||||
Siempre
te encuentro, oigo tu voz,
|
||||
en mi
hora más secreta, cuando refulgen las gemas del alma,
|
||||
como
heridas por la luz de los sentidos;
|
||||
cuando
el tiempo me convoca a los acordes del día,
|
||||
y
enciende en torno a mi ser flores silvestres;
|
||||
cuando
la noche viene impulsando colores densos por el cielo,
|
||||
como
batallas del paraíso o anunciaciones sagradas;
|
||||
cuando
el campo se lamenta en sus animales;
|
||||
cuando
la madre llora y sobre su cabeza
|
||||
la
noche derrama su pesadumbre y el querer estar a solas;
|
||||
cuando
siento entrar por la ventana,
|
||||
a la
quieta soledad de la tristeza,
|
||||
el aire
de los árboles cercanos.
|
||||
Tu vida
y tu muerte, tuyas para siempre,
|
||||
como es
para sí el niño que se ahoga en un pozo perdido,
|
||||
en mí
se juntan y me difunden en la tierra,
|
||||
en ese
instante que se detiene iluminando la memoria,
|
||||
igual
al relámpago que enciende un horizonte sagrado,
|
||||
en el
momento en que el día y la noche se juntan,
|
||||
plenos
de profundidades de lo eterno,
|
||||
en una
densa agitación de oscuros caballos celestes
|
||||
que se
agigantan para el engendro de un poderoso enigma,
|
||||
—80→
|
||||
sobre
las montañas, sobre las ciudades
|
||||
y las
frentes pensativas.
|
||||
Padre
de mi soledad.
|
||||
Y de mi
poesía.
|
- XIII -
|
||||
1
|
||||
¿Quién
me llama, quién me enciende ojos de leopardos
|
||||
en la
noche de los tamarindos?
|
||||
Callan
las guitarras al soplo misterioso de la muerte,
|
||||
y las
voces callan, y sólo los niños aún no pueden descansar.
|
||||
Ellos
son los habitantes de la noche,
|
||||
cuando
el silencio se difunde en las estrellas,
|
||||
y el
animal doméstico se mueve por los corredores,
|
||||
y los
pájaros nocturnos visitan la iglesia de la aldea,
|
||||
por
donde pasan todos los muertos,
|
||||
donde
moran santos ensangrentados.
|
||||
Por las
sombras corren caballos sin cabeza,
|
||||
y las
arenas de la calle van hasta el confín,
|
||||
donde
el espanto reúne sus animales de fuego.
|
||||
Y es la
noche que ampara la existencia a solas,
|
||||
en el
niño insomne, en el buey cansado,
|
||||
en el
insecto que se defiende en la hojarasca,
|
||||
en la
curva de las colinas, en los resplandores
|
||||
de las
rocas y los helechos frente a los astros,
|
||||
en el
misterio en que te escucho
|
||||
como
una vasta soledad de mi corazón.
|
||||
Padre
mío, padre de mis sombras.
|
||||
Y de mi
poesía.
|
- XIV -
|
||||
Áspero
cuero de tigre,
|
||||
estrellada
lentitud de arqueado lomo,
|
||||
fuerte
cabeza insomne,
|
||||
dientes
detenidos en la sombra.
|
||||
Un
viento vegetal lame las peñas,
|
||||
húmedas
lumbres vagan por el río,
|
||||
y
tensos pasos hunden
|
||||
las
flores de la noche en la memoria.
|
- XV -
|
||||
Sí, la
noche sostenida en las grandes hojas espesas,
|
||||
en las
lianas que bajan hasta las aguas negras,
|
||||
como
lentas serpientes encantadas por los brujos,
|
||||
en los
brillos que huyen como soplos azules,
|
||||
dando
un temblor fugaz a las ocultas flores,
|
||||
te dio
el secreto antiguo de mi ardorosa tierra.
|
||||
Tocaste
las raíces, las piedras y las frutas,
|
||||
abrazaste
los árboles, corriste por pantanos,
|
||||
penetraste
en las cuevas, heriste el armadillo,
|
||||
que
semeja un cruzado de bruñidas corazas,
|
||||
perdido
en la penumbra de la selva y el río.
|
||||
Viste
las madrugadas de las lluvias calientes
|
||||
y oíste
el murmurar de árboles y animales,
|
||||
ese
reclamo eterno de la tierra en la noche
|
||||
que a
veces llora y grita y ronca en la pantera.
|
||||
Y viste
el estallido de las grandes semillas,
|
||||
y el
nacer de la hoja y el abrir de la flor.
|
||||
Y
hablaste, circundado por venados atónitos:
|
||||
«¡Ampárame,
oh tierra maravillosa!
|
||||
Yo me
estaré contigo adorando tus peñas
|
||||
que en
la penumbra tienen rostros de nuevos dioses.
|
||||
—84→
|
||||
Yo
vengo de los puertos, de las casas oscuras,
|
||||
donde
el viento de enero destruye niños pobres,
|
||||
donde
el pan ha dejado de ser para los hombres.
|
||||
Yo
vengo de la guerra, del llanto y de la cruz.
|
||||
¡Ampárame,
oh tierra maravillosa!»
|
- XVI -
|
||||
Todas
las colinas ondulaban hacia el sitio que buscabas.
|
||||
Los
árboles ondulaban, ondulaban en la soledad de tu alma,
|
||||
como un
recuerdo de los siglos en el viento,
|
||||
como un
recuerdo de las soledades del mundo,
|
||||
cuando
el fuego bajaba por el pecho de las montañas
|
||||
y los
reptiles miraban las flores sudorosas.
|
||||
Ondulaban,
ondulaban en el silencio de tu alma.
|
||||
Ondulaban,
ondulaban en el silencio de la tierra roja,
|
||||
donde
el hombre se esconde
|
||||
para
dar muerte al tímido animal.
|
||||
Ondulaban,
ondulaban en la atmósfera ardiente del colibrí,
|
||||
que
gira, y gira, y huye y gira en su vuelo tornasol.
|
||||
Ondulaban,
ondulaban, murmurantes,
|
||||
en las
anchas soledades,
|
||||
donde
canta la guacharaca anunciando la lluvia.
|
||||
Ondulaban,
ondulaban, y corrían los toros y los caballos,
|
||||
espantados
por el resonante viento del fuego,
|
||||
hacia
un desolado atardecer.
|
||||
Ondulaban,
ondulaban, y caían reflejos rojos
|
||||
en las
oscuras aguas de la selva,
|
||||
donde
beben la ardilla, la lapa y el tapir.
|
||||
—86→
|
||||
Ondulaban,
ondulaban, los árboles en tu vida,
|
||||
aquí,
en la tierra, aquí, en tu afán,
|
||||
aquí,
donde algún hombre solitario,
|
||||
entre
carbones de árboles incendiados,
|
||||
siembra
la yuca y el banano,
|
||||
busca
el veneno en la hojarasca,
|
||||
y
conoce el misterio de los vegetales.
|
||||
Y era
un lento ondular el día,
|
||||
un
ondular hacia las márgenes de los ríos
|
||||
con
lentas barcas y caimanes en las aguas amarillas.
|
||||
Un
lento ondular hacia el horizonte,
|
||||
donde
la noche congrega a los hombres con sus guitarras,
|
||||
entre
sus viviendas de ennegrecida palma,
|
||||
bajo el
silencio solitario de las estrellas.
|
- XVII -
|
||||
Ahí te
acogían, y ahí estaba tu noche.
|
||||
Tú
venías, venías con tu vida y tus recuerdos,
|
||||
con tu
voz y tus pequeños papeles amarillos,
|
||||
con tu
alegría y tus angustias,
|
||||
pero
nadie sabía de dónde venías.
|
||||
Sonaban
las guitarras en la sombra de tu corazón,
|
||||
y había
aguardiente en conchas de fuertes frutas,
|
||||
el
aguardiente que incendia las venas
|
||||
con
forma de relámpago sobre un turbio galopar de caballos.
|
||||
Y el
joropo en el arpa te agitaba una nueva melodía,
|
||||
y había
una nueva tristeza para ti, y una nueva alegría.
|
||||
Aquella
gente era tu gente.
|
||||
Un día
te ibas con ella en el fragor de una guerra civil.
|
- XVIII -
|
||||
Llegaba
el día del agua verde,
|
||||
espesa
como un lienzo oscuro con flores.
|
||||
El agua
estancada con gérmenes de fiebre,
|
||||
el agua
solitaria, perdida, abandonada,
|
||||
donde
la garza inmóvil se mira en su tristeza.
|
||||
Y era
el día sin pan, el día sin respuesta.
|
||||
El día
de los campesinos muertos sobre la yerba reseca.
|
||||
Y tu
vida era de nuevo un regresar,
|
||||
un
regresar hacia días y noches,
|
||||
hacia
el sitio que buscabas en tu desesperación.
|
- XIX -
|
||||
Te
señalo en el mediodía de la angustia,
|
||||
entre
árboles y espinas y cigarras,
|
||||
entre
lenguas de fuego bajo el sol,
|
||||
ahí
donde un caballo anda por nuestra tristeza,
|
||||
y cae,
y muere, con los ojos abiertos hacia el cielo.
|
||||
Te
señalo en la soledad de danzas ilusorias,
|
||||
de
corrientes perdidas, de sutiles serpientes,
|
||||
cuando
la hora tritura sus cristales y espejos,
|
||||
y las
aves huyen del gran pozo de fuego,
|
||||
donde
estalla la fruta, la espiga, la corteza,
|
||||
donde
la calavera brilla sonoramente
|
||||
en su
amarilla frente que lamen aguas tibias,
|
||||
que
llaman voces roncas, ecos de las cavernas.
|
||||
Y todo
cae en el silencio de la tierra,
|
||||
de la
tierra roja con grandes hormigas rojas,
|
||||
que
lentamente avanzan por sus claras ciudades,
|
||||
con su
pesada carga de circulares hojas.
|
||||
Y todo
es un temblor de láminas livianas,
|
||||
de
mercurio caliente,
|
||||
y la
curva de las colinas se hace adusta,
|
||||
—90→
|
||||
grave,
resplandeciente,
|
||||
bajo el
vuelo circular de los gavilanes,
|
||||
lentos,
casi inmóviles en la atmósfera caliente,
|
||||
como
sostenidos por el viento de los siglos.
|
||||
Te
señalo en la hora del canto de la paloma torcaz,
|
||||
escondida
en la extensión reverberante,
|
||||
citando
el toro muge en medio de nuestra lejana melancolía,
|
||||
cuando
nos interrogamos: «¿quién me responde ahora?»,
|
||||
cuando
en la vivienda de barro y palmas
|
||||
la
gente calla cabizbaja en el humo del tabaco,
|
||||
en el
sopor de su oscura pobreza
|
||||
entre
tinajas, cenizas y cucharas de palo.
|
||||
Cuando
junto a nosotros el río arrastra vegetales sombríos,
|
||||
como
residuos de nuestros sueños luctuosos,
|
||||
en que
negras barcas atraviesan luces, ondas, gritos.
|
||||
Te
señalo sobre la tierra, en medio de tu propia voluntad.
|
||||
La hoja
aceitosa y morada del tártago,
|
||||
la flor
amarilla y espesa del guanábano,
|
||||
la
fruta velluda del guamo,
|
||||
la
araña cobriza y lenta,
|
||||
el
insecto de plata y de veneno,
|
||||
están
aquí en tu silencio,
|
||||
en tu
silencio profundo como el día,
|
||||
donde
posan los valles
|
||||
como en
la reminiscencia de una leyenda.
|
||||
Está
aquí lo que tú querías allá entre los pastores,
|
||||
cuando
los deshielos daban música y espuma a los riachuelos,
|
||||
—91→
|
||||
y
florecían las violetas y maduraban las fresas en torno tuyo,
|
||||
alrededor
de tu aldea con muros medioevales
|
||||
y vuelo
de palomas en las tardes.
|
||||
Está
aquí el fuego lamiendo la tierra,
|
||||
el agua
lamiendo las raíces,
|
||||
los
animales lamiendo a los animales.
|
||||
Y tú
estabas aquí con el sudor de tu frente,
|
||||
el
solitario, el vestido de paño de hilo,
|
||||
el
erguido en medio de la comarca de las tempestades,
|
||||
el que
iba gritando hacia adentro,
|
||||
buscándose
las manos y la frente en su existencia,
|
||||
buscando
el sitio donde poder decir:
|
||||
«Aquí
yo vivo, aquí yo soy el hombre».
|
||||
Sí, tú
ibas, paso a paso, con tus pies pesados,
|
||||
tus
pies que hacían correr los animales,
|
||||
volar
las aves hacia celestes puentes crepusculares.
|
||||
Tú eras
el que contestaba sin que nadie te llamara.
|
||||
¿Quién
te llamaba? ¿Acaso ibas entre fantasmas?
|
||||
¿O
estaba tu memoria poblada de fantasmas?
|
||||
¿O
huías de algo tuyo, de algo que dentro de ti aborrecías?
|
||||
Insectos
peludos se acercaban a tus piernas,
|
||||
víboras,
escorpiones, gusanos como pájaros
|
||||
recién
salidos del huevo,
|
||||
animales
con llanto, dientes con fuego.
|
||||
Pero
eras el que marchaba, el resistente,
|
||||
mudo en
la nostalgia de susurrantes olivares,
|
||||
de
serenas colinas con manzanos que iban hasta el atardecer,
|
||||
—92→
|
||||
hasta
los últimos céspedes, donde una luz angélica se fuga,
|
||||
moviendo
brillos del paraíso en las frondas lejanas del alma.
|
||||
Estabas
aquí en medio del vaho caliente
|
||||
que
asciende de las hirvientes aguas estancadas,
|
||||
del
espeso limo verde con ranas
|
||||
y
redondas flores lilas entreabiertas,
|
||||
de la
fruta y de la hoja que se pudren
|
||||
con
huevos de insectos y reptiles.
|
||||
En
medio del vaho que asciende entre los juncos,
|
||||
entre
las lianas y las amarillas frutas de la fiebre.
|
||||
En
medio del vaho que humedece nuestras espaldas
|
||||
nuestros
hombros y nuestra frente.
|
||||
En
medio del vaho que aguarda la noche
|
||||
para
mover sus visitantes azules,
|
||||
entre
los ojos del leopardo y del búho.
|
||||
Tú
estabas aquí, solo, devorado, mudo,
|
||||
con tu
garrafa de aguardiente para la noche,
|
||||
con tu
perro y tus estrellas de otro mundo.
|
||||
Padre
mío, padre de mi sangre.
|
||||
Y de mi
poesía.
|
- XX -
|
||||
Aquí la
noche deja los juncales
|
||||
con
sangrientos reflejos,
|
||||
con
ondas purpurinas en penumbra
|
||||
y
escamas aceradas.
|
||||
Un
profundo combate
|
||||
hiere
cuerpos perdidos en la sombra.
|
||||
Es un
agua de olvido, jadeante,
|
||||
de
limpio cielo ardiente,
|
||||
que
descansa en relámpagos hundidos
|
||||
sobre
babosas ramas de tembloroso limo.
|
||||
Es un
agua de lentos círculos de agonía,
|
||||
con
ojos en el sueño,
|
||||
de flor
amarga abierta entre las piedras.
|
||||
Es el
agua de alma solitaria,
|
||||
del
hombre que soporta los confines,
|
||||
dando a
la tierra huellas, brasas del corazón,
|
||||
voces a
la llanura donde un demonio canta,
|
||||
por
donde avanza el día con humedad caliente,
|
||||
con
altas y sonoras geometrías
|
||||
de
pájaros acuáticos,
|
||||
que
figurando van rojas costas celestes.
|
||||
En el
canto lejano del turpial,
|
||||
—94→
|
||||
entre
las flores de cercano brillo,
|
||||
entre
las ranas que semejan hojas
|
||||
y
cierran en la luz sus ojos verdes,
|
||||
vaga un
humo tenaz; y se oye que alguien dice:
|
||||
«Las
sombras incendiaron el maíz».
|
||||
Y a lo
lejos ulula la montaña de un dios.
|
||||
Aquí el
hombre ve el año
|
||||
como
una lenta furia de colinas,
|
||||
donde
el arbusto esconde su fruto y su veneno.
|
||||
Aquí la
vida pasa cual un turbio verano,
|
||||
mientras
el cielo lanza arcángeles de fuego
|
||||
sobre
los yerbazales,
|
||||
donde
el toro olfatea y resopla en la tierra,
|
||||
y la
escarba y se yergue como potente enigma,
|
||||
que
muge contra el cálido resplandor de la roca.
|
||||
Aquí la
luz congrega las hormigas
|
||||
que
llevan bajo el sol granos de oro
|
||||
para
dar brillo a los antiguos túmulos.
|
||||
Aquí
levanta el día convulsas arboledas,
|
||||
reclamos
funerarios,
|
||||
barrancos
como templos, humos lentos de tumbas.
|
||||
Pasa
pesado un viento de oscuros gavilanes
|
||||
y en
las viviendas arden
|
||||
ramas
de algún boscaje misterioso.
|
||||
En la
selva Canaima huye en un denso soplo
|
||||
de
tiniebla y de azufre, de pájaros negruzcos,
|
||||
y
cuelga de las ramas como caucho quemado,
|
||||
—95→
|
||||
y
aprisiona a los hombres
|
||||
en sus
brazos quemantes de lianas malolientes,
|
||||
y grita
con la muerte como una araña-mona.
|
||||
Ni el
asno, ni el anciano, ni el niño, ni el conejo,
|
||||
saben
aquí el camino más leve hacia la tarde.
|
||||
Aquí el
hombre soporta su frente, su mirada,
|
||||
sus
manos incendiadas,
|
||||
y
entierra un gallo vivo hasta las alas,
|
||||
para
decapitarlo con los ojos vendados
|
||||
y
manchar con su sangre los muros del crepúsculo.
|
||||
Así tú
viste el cielo abrazado a la tierra,
|
||||
en un
grave misterio de rojo resplandor,
|
||||
donde
un jinete enlaza el toro de la muerte.
|
||||
Y
fuiste interrogando en silencio los días,
|
||||
y una
voz que salía del fuego de la tierra,
|
||||
te
dijo:
|
||||
«Destruye
tus venablos contra el sol,
|
||||
haz que
tu cuerpo sangre sobre la roza oscura,
|
||||
y
entrégate a las llamas que surgen de las huellas,
|
||||
de la
pira que América enciende noche y día
|
||||
al pie
de la visión abismal de sus héroes».
|
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